01 noviembre 2006

El niño 3/3

Creía haber amaestrado su lengua, pero ésta seguía haciendo de las suyas. A menudo, se daba cuenta del exceso de sus palabras, eso sí, la erre había dejado de ser un problema.

No sé si nacer es bueno o malo, pero sé que ser adolescente es lo peor, y ser adulto es empezar a caminar hacia el final. Adulto. Erre.

Trabajaba en una ciudad gris, en un edificio gris, en una oficina gris. Suplía la monotonía de los colores fríos a golpes de imaginación, una amiga fiel de la infancia.

Hasta que un día...

Solía madrugar, y tras una ducha estimulante, se preparó un exquisito café, solo, corto y cremoso, y se sentó frente al televisor. El primer informativo barría lo cotidiano con aburrimiento, hasta que una noticia relacionada con una estrella le hizo prestar atención: “La Estrella S141271, perteneciente a la constelación de La Ardilla ha sido fotografiada con nitidez desde un observatorio de la provincia de Cuenca. Les dejamos con estas bellas imágenes y nos despedimos hasta...” apagó el televisor, buscó las llaves de su coche y se marchó, sin saber por qué, a la hora en la que las ciudades aún duermen.

Llegó al lugar en el que las luces de los semáforos se enamoran, y le pareció recordar levemente haber estado allí cuando era más pequeño. Las imágenes de un paso de cebra se mezclaban con las de una tarde en la que miraba al cielo, a más de mil kilómetros de allí. Se detuvo ante el semáforo en rojo, y vio cómo se disponía a cruzar, bajo una fina lluvia, una chica muy guapa que caminaba apresuradamente, sin duda llegaba tarde. Observó su delicada figura y sus rasgos, un pelo precioso protegido del agua por un paraguas de los que nunca se cierran bien, y una forma de andar tan especial que, sin querer, sonrió sin entender todavía qué hacía allí, al otro extremo de la ciudad.

En un lugar del Cielo, Dios jugaba a los dados con el Diablo.

Su timidez no le impidió bajar la ventanilla para gritarle, en un inesperado impulso: “Perdona, ¿nos conocemos?” Ella había alcanzado la mediana del ancho Paseo; se giró, sorprendida y sonriendo, iba a contestar cuando un autobús que circulaba en sentido contrario se quedó sin frenos y pasó a gran velocidad por su lado, golpeando su paraguas que saltó por los aires en mil pedazos.

Salió del coche y tuvo que abrazarla para que la dulce muchachita no se cayera, sus piernecitas de princesa casi no la sostenían y el susto la hacía temblar, pero soltaron la tensión del momento en un ataque de risa cómplice, como si se conocieran desde siempre. La risa dio paso a una mirada intensa y profunda. El silencio se rompió cuando él, sonriendo, le dijo: “Eres la Estrella S141271”, acariciando su pelo, suave como la cola de una ardilla roja.

6 Comments:

Blogger Mayte said...

Y es que a veces la vida esta llena de colores que no alcanzamos a comprender.

Bikos.

miércoles, noviembre 01, 2006 5:00:00 p. m.  
Blogger M.G.G. said...

Que historia más bonita ¿continuará? (es que vengo muy romántica)
Me ha gustado esa expresión que has utilizado: "llegó al lugar en el que las luces de los semáforos se enamoran"
Besitos desde ese lugar

viernes, noviembre 03, 2006 9:25:00 a. m.  
Blogger la pequeña tortuga said...

cómo me ha gustado tu historia....

viernes, noviembre 03, 2006 5:12:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Creo que en el fondo todos anhelamos en sueños esa estrella S141271. Ese día en el que se rompen las rutinas, una estrella fugaz se cruza en tu vida y eres capaz de pedirle un deseo y cumplirlo, de no dejarla marchar.


Un besito

Pe

miércoles, noviembre 08, 2006 10:08:00 p. m.  
Blogger Maryita said...

Por un momento pense que el autobus te haria perder tu estrella...
por favor, que no sea la ultima historia del adulto de erre

jueves, noviembre 09, 2006 3:51:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

q susto, menos mal q tú estabas allí.. menos mal q os encontrastéis.. besoss

domingo, noviembre 12, 2006 5:01:00 a. m.  

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