El desgaste
Recorrieron kilómetros y kilómetros. Esperaron bajo la lluvia, corrieron entre árboles y risas, cruzaron fronteras, alternando en cada trayecto ilusión y desilusión, bailaron con torpe elegancia, saltaron para intentar alcanzar un balcón inalcanzable, y así, paso a paso, se fueron desgastando.
Ayer me tuve que comprar unos zapatos nuevos, porque los que tenía me dijeron que estaban muy cansados, y que ya no podían continuar.
También me compré una nariz de payaso, mais ça, c’est une autre histoire.